El póker Omaha y el Texas Hold’em son las dos de las modalidades más jugadas de póker. Aun con ciertas similitudes, representan dos maneras distintas de disfrutar del póker. No hay problema en que al dar el salto te cuesta acostumbrarte o no sepas bien cómo adaptarte a la nueva manera de jugar. Y es que, como veremos a continuación, hay más diferencias entre el Texas Hold’em y el Omaha de las que puede parecer.
El número de cartas que se utilizan para jugar
En las partidas de Texas Hold’em, los jugadores reciben cada uno dos cartas individuales. Estas dos cartas se utilizarán para combinarse con las cinco comunitarias (las tres del flop, la del turn y la del river).
En cambio, en el póker Omaha cada jugador recibe cuatro cartas individuales. De esas cuatro, hay que elegir dos de manera obligatoria para formar la mano.
Es decir, en el Texas Hold’em los jugadores usan a placer la proporción de cartas que prefieran para ligar la mejor mano, mientras que el póker Omaha tiene restricciones de obligado cumplimiento.
La manera de enfocar la estrategia
El póker es tremendamente estratégico, pero hay diferentes maneras de crear una estrategia ganadora. En el Texas Hold’em lo normal es que, a través de indicios y probabilidades, se intente adivinar el juego del rival. En el Omaha esto es mucho más difícil, porque cada jugador puede usar cuatro naipes para ligar la mejor mano.
Límite de apuestas
En las partidas de No Limit Hold’em, no hay límite definido para apostar y cada quien puede betear como considere. En cambio, y por norma general, las partidas de Omaha suelen llevar implícito un límite de apuestas preestablecido, lo que alarga la continuidad de los jugadores y mantiene un ritmo constante de acción en la partida.
Las cartas comunitarias
En el Texas Hold’em, las cartas comunitarias se colocan de manera sucesiva en tres rondas diferentes. Tras las apuestas preflop aparece el flop, que deja descubiertas las tres primeras cartas comunitarias; al finalizar la ronda aparece el turn, que añade una carta adicional a las comunes, y tras esa ronda aparece el river, la quinta y última carta comunitaria.
Durante las partidas de póker Omaha, las cinco cartas comunitarias también se colocan en el centro de la mesa, pero los jugadores sólo podrán utilizar tres de ellas para su mano final. Esto modifica la manera de enfocar la partida y puede condicionar la continuidad del jugador, porque, aunque tenga buenas cartas individuales, si no logra encontrar la proporción de cartas adecuada no podrá ligar la mano.
Es decir: en el póker Omaha no solo importa tener buenas cartas, sino poder utilizarlas en la proporción correcta para que la mano sea válida. Puedes perder o tener que pasar con buenas cartas por culpa de la regla de las 3 comunes + 2 de jugador.
Combinaciones de manos
El hecho de que en el Texas Hold’em haya plena libertad para formar manos y en el póker Omaha se deba seguir una regla estricta para ligarla, hace que normalmente las combinaciones de manos en el Omaha tienda a ser más fuerte. Las probabilidades de tener una mano ganadora más alta suelen ir de la mano de un juego más agresivo, por eso, pese a que el póker Omaha da más libertad para ligar una buena mano, el juego tiende a ser más peligroso para los que tienen un rango de manos más bajo.
Potencial para manos altas
Esto es por matemática pura. Si tienes cuatro cartas de bolsillo y no dos, existe un potencial mucho mayor de formar manos altas. Eso lleva justamente a que haya más enfrentamientos de manos fuertes en el Omaha que en el Texas Hold’em, donde resulta mucho más raro ver esta clase de cara a cara en el showdown.
Las probabilidades de empatar
En el Texas Hold’em, los empates son más raros de ver porque los jugadores solo tienen dos cartas individuales. En el Omaha, al disponer los jugadores de cuatro en vez de dos, las probabilidades de empate se duplican, y eso conlleva mayores divisiones del bote.
El valor de las manos iniciales
En el póker Omaha, las manos iniciales tienden a ser, de media, más fuertes precisamente porque los jugadores reciben el doble de cartas individuales que en las partidas de Texas Hold’em.
En el Texas Hold’em, las manos iniciales suelen ser más bajas, lo que permite flexibilizar la toma de decisiones. Eso a la vez da riqueza estratégica, porque un jugador con un valor medio en su mano inicial puede optar a continuar en el juego para ver el flop. En el Omaha está más claro cuándo seguir y cuándo no, lo que da lugar a decisiones más radicales y a un juego mucho más frontal.
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